domingo, 27 de julio de 2014

Federico Viera

En la novela de Galdós que lleva por título La incógnita nuestro paisano nos pone en contacto con Federico Viera. Éste personaje, que es introducido casi a la chita callando, al poco irá adquiriendo un papel principal por sus relaciones con los principales personajes de la obra. Nos lo presenta Galdós como un hombre pobre, sin posibilidades para una existencia digna, que vive con el recuerdo de un pasado, cuando niño, más generoso. Su padre de él manejó mucho dinero y ahora vive en el extranjero a salto de mata y viene a Madrid (cuando viene) con el ánimo dispuesto a sablear a todo aquel que puede. Por su parte, Federico no se hace a la idea de vivir en la pobreza y de ninguna forma quiere un hueco entre quienes son menos, por nacimiento y alcurnia, que él. No así su hermana, Clotilde, que incluso piensa casarse con un pobre al que Viera, por serlo, detesta.

Podemos leer: "Esta es la fatalidad de Federico, el sino perverso que le hará miserable y desgraciado toda su vida; pues aun cuando llegara a vencer los inconvenientes del deshonrado nombre que lleva, no se quitará nunca de encima la mala sombra que su padre ha echado sobre él con la perversa educación que le dio".

A Federico Viera lo presenta Galdós como el tercer lado de un triángulo. Es la hipotenusa que une a los catetos en un triángulo recto. Un triángulo que pudiera ser perfecto, para el adulterio, si no fuera porque quien cuenta los sucesos -en modo epistolar- también está enamorado, ardientemente, de la mujer. De la protagonista.

Al final la incógnita queda, al parecer, al descubierto. Aun así Galdós escribió otra obra a continuación (novela que más tarde sería obra teatral) que lleva por título Realidad. La busco, ya estoy en ello, con intensa curiosidad, para saber que puso el gran autor en la otra cara de la moneda. Porque estoy seguro de ello: la historia en que aparece y desaparece Federico Viera es una moneda de gran valor con su anverso y su reverso.  

lunes, 21 de julio de 2014

La luz en Las Canteras

No siempre las tardes en Las Canteras nos obsequian con los colores intensos (azules, naranjas, amarillos) que, cambiantes, van dejándonos imágenes difíciles de olvidar. Hay días, por el contrario, en que la luz es más plomiza, más de colores neutros, como de fotografías en sepia, sin que ello mortifique al amante de la playa. Al buen amante que busca su abrazo al atardecer. En estos casos, a la puesta del sol, la playa va quedando en un claroscuro con las figuras de los paseantes en la arena difuminados y confundidos en la soledad. Del cielo, los últimos rayos buscan huecos por donde llegar al mar y en ésta, en la mar que los recibe todos los días, se reflejan mostrándonos los baños de plata de las barcas adormecidas.

lunes, 14 de julio de 2014

Caídos del nido

Sobre la raíz gorda de un árbol encontramos a dos minúsculos pajarillos que en comparación con aquella eran muy poquita cosa. Seguramente, los dos polluelos habían caído del nido y estaban allí, uno junto al otro, con sus pequeñas alas moviéndose  a impulso del poco viento reinante. Con cuidado los cogimos en nuestras manos para colocarlos en lugar más resguardado y los pajarillos, que aún no habían aprendido a volar, caminaron desorientados, lo que nos obligo a tomarlos una segunda y una tercera vez. Desde alguna rama alta del árbol bajó un pájaro que revoloteó con denuedo junto a nosotros. Seguramente era la madre que venía a interesarse por su crías, y que al parecer traía el propósito de luchar contra nosotros con sus subidas y bajadas en defensa de sus tiernas vidas. 

lunes, 7 de julio de 2014

En Schamann

En el barrio de Schamann -ese barrio al que llamamos con cariño Ciudad Galdós- están colocadas desde hace unas semanas en algunos de los costados de las Casas de Cuatro Pisos unas colgaduras altas, del alto de tres pisos de tales casas. En una de ellas podemos ver el retrato de don Benito y en las otras bocetos con personajes de tres de los muchos personajes que el genial escritor creó para sus obras inmortales: El Abuelo, Marianela y Federico Viera.

Con algo de vergüenza hemos de confesar que hemos leído muy poco a Galdós y que por ello las mujeres y los hombres, los niños y niñas, que en sus novelas y en sus Episodios o en su teatro aparecen, nos son en muchos casos unos desconocidos. ¡Y eso que son legión! Por ello podemos decir que en esta ocasión estamos de suerte pues conocemos la obra y el personaje recio de hombre cerril, de creencias inamovibles que es El Abuelo y conocemos también a la dulce y abnegada, a la par que enamorada, Marianela. De Federico Viera no tenemos noticias y por ello ignoramos si es personaje central o secundario, si es viejo o es joven, si lucha con sus pasiones, si es honesto o descarriado, si se inclina a favor o en contra de la Iglesia... Para salir de dudas nos disponemos a buscar en qué obra aparece para a renglón seguido buscarla y leerla. Se lo tiene merecido quien promoviera la iniciativa de colocar estos reclamos a favor de nuestro don Benito Pérez Galdós.

  

domingo, 6 de julio de 2014

De ilusión y de magia

Nuevamente nos sorprendió Sandra Santacruz con un espectáculo tan lindo que más nos pareció un juego de magia. Este año, un espectáculo largo, acorde con la efemérides que su Academia celebra: 25 años de labor docente en el difícil arte que en Grecia tenía como musa a Terpsícore "la que deleita en la danza". Fue largo pues Sandra quiso que nadie quedara sin pisar el escenario, desde las alumnas más pequeñas (casi aprendiendo a caminar aún) que bailaban como si consumadas artistas fueran ya, hasta las mayores que se atrevieron con números de musicales famosos tales como La Bella y la Bestia, Chicago y el siempre agradecido Cabaret. Cada uno en su papel, cada cual con su responsabilidad, alumnas y alumnos de Sandra nos embrujaron por mucho más de dos horas. Un buen montaje en el CICCA con buena música y estupendos efectos especiales llenos de ilusión y de magia. A la salida, por la puerta de camerinos, las artistas posaron, con sus ramos de flores bien ganados, para la fama. Mientras, las más pequeñas dormían en brazos de sus mamás.