lunes, 18 de julio de 2016

Bentejuí

Nos encontramos en Las Canteras con lo que en buena ley pudiera ser una reflexión sobre Bentejuí. De arena, como otras tantas esculturas que durante todo el año nos ofrecen buenos artesanos. En este caso, un buda, un genio barrigón, o un sultán de un país bien lejano con cabeza rapada, grandes orejas (o enormes zarcillos), ojos rasgados, labios sonrientes y barbilla partida en dos. Está sentado con la enorme barriga fuera, en la que como reclamo luce su orondo ombligo. Sobre ésta (sobre la barriga) dos mamas que para sí alguien quisiera, sin sujetador. Cubre su desnudez -en sus partes pudendas- con un chal o toalla que le baja desde su brazo derecho. Además de sobre su trasero, descansa su voluminoso cuerpo sobre una de sus piernas que tiene doblada sobre la arena mientras mantiene sobre su otra rodilla en alto su mano del que pende un collar de cuentas.

Al lado del buda, del genio o del sultán, un nombre: Bentejuí. Nosotros nos preguntamos como llegó nuestro héroe legendario a este nivel de prosperidad y llegamos a la conclusión de que, como se dice, la vida da muchas vueltas y resulta que se metió hace algún tiempo en el negocio de los hoteles para el turismo.

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